dimecres, 21 de març del 2012

La cocina ingrávida - Yakov I. Perelman (I)

Del llibre 'Fisica Recreativa II' de Yakov I. Perelman
(Primera part)

El capítol està plantejat com el complement que mai va escriure Julio Verne en el seu 'De la Tierra a la Luna' i ens descriu els successius problemes que es trobaran els tripulants de la nau espaial quan vulguin cuinar en un entorn on no hi ha gravetat. Penseu que no es gaire diferent que la cuina a la Terra? Doncs esteu molt equivocats... llegiu, llegiu :)

  El desayuno en la cocina ingrávida

- Queridos amigos, aún no hemos desayunado - dijo Michel Ardan a sus compañeros de viaje interplanetario-. El hecho de que hayamos perdido nuestro peso en este proyectil no significa que hayamos perdido también el apetito. Ahora mismo les haré un desayuno imponderable que sin duda será el más ligero de cuantos se han hecho hasta ahora en el mundo.




Y sin aguardar contestación se puso a cocinar.


- Esta botella de agua simula que está vacía - murmuró para sí Ardan, mientras abría una gran botella -. Pero no me engañará. Yo sé por qué no pesa... Bueno, ya hemos sacado el tapón. Haz el favor de verter en la cacerola tu ingrávido contenido.

Por más que inclinaba la botella, el agua no salía.


- No te canses, querido Ardan - dijo Nicholl, acudiendo en su ayuda -- Recuerda que en nuestro proyectil no existe la gravedad y por eso el agua no se derrama. Tendrás que sacarla deahí como si fuera un jarabe espeso.

Ardan no se paró a pensarlo y dio con la palma de la mano un golpe sobre el fondo de la botella. Le esperaba otra sorpresa. En la boca de la botella se formó una bola de agua como un puño de grande.


- ¿Qué le pasa al agua? - se extraño Ardan -. ¡Esto sí que es una sorpresa! Decidme, amigos científicos, ¿qué le pasa al agua?


- Esto no es más que una gota, querido Ardan, una simple gota de agua. En el mundo de la ingravidez las gotas pueden ser todo lo grandes que quieras. Recuerda que si los líquidos toman la forma de los recipientes que los contienen, si se derraman formando chorro, etc., es debido a la gravedad. Aquí no existe gravedad, por lo tanto, el líquido está sometido únicamente a sus fuerzas moleculares internas y deberá tomar la forma de esfera, lo mismo que el aceite en el célebre experimento de Plateau.


- ¡Qué me importa a mí Plateau con su experimento! Lo que me hace falta es hervir el agua para el caldo y no hay fuerza molecular que me lo impida - dijo Michel acalorado.

Empezó a sacudir el agua sobre la cacerola, que planeaba en el aire, pero parecía que todo se había confabulado contra él.

Las grandes bolas de agua llegaban a la cacerola y se extendían por su superficie. Pero esto no era todo. Desde las paredes internas el agua se corría a las externas y seguía extendiéndose por ellas. Pronto la cacerola estuvo envuelta en una gran capa de agua. En estas condiciones no había manera de hervirla.


- Esto es un experimento muy interesante que demuestra lo poderosa que es la fuerza de la cohesión - le explicaba tranquilamente Nicholl al furibundo Ardan -- No te pongas nervioso, esto es el caso corriente de un líquido que moja a un sólido, con la particularidad de que en este caso la gravedad no impide que este fenómeno se desarrolle con toda su fuerza.


- ¡Qué lástima que no lo impida! - repuso Ardan -. Moje o no moje, el agua debe estar dentro de la cacerola y no alrededor de ella. ¡Vaya novedad! ¡Qué cocinero puede hacer un caldo en estas condiciones!


- Si tanto te molesta que el agua moje la cacerola, puedes evitarlo fácilmente - intervino Barbicane para tranquilizarlo Acuérdate de que el agua no moja los cuerpos que están recubiertos de grasa, aunque la capa sea muy delgada. Engrasa por fuera tu cacerola y verás como el agua se queda dentro de ella.


- ¡Bravo! ¡Esto es sabiduría! - celebró Ardan y puso en práctica el consejo. Después empezó a calentar el agua a la llama de un mechero de gas.

Realmente todo se unía contra Ardan. El mechero de gas también se encaprichó. Ardió medio minuto con llama mortecina y se apagó sin saber por qué.

Ardan le daba vueltas al mechero, cuidaba con paciencia su llama, pero todo era inútil. La llama se apagaba.


- ¡Barbicane! ¡Nicholl! ¿Es posible que no haya manera de hacer que arde este mechero como es debido, como mandan las leyes de vuestra Física y las normas de las compañías de gas? - exclamó Michel, dirigiéndose a sus amigos.


- Lo que ocurre no es ni extraordinario ni inesperado - le explicó Nicholl -. Esta llama arde como mandan las leyes de la Física. En cuanto a los compañías de gas... creo que se arruinarían si no existiera la gravedad. Durante la combustión, como tú sabes, se forma anhídrido carbónico y vapor de agua, es decir, gases que no arden.
En condiciones normales estos productos de la combustión no se quedan junto a la llama, sino que, como están calientes, son empujados hacia arriba por el aire fresco, que es más pesado. Pero aquí no hay gravedad, por lo tanto, los productos de la combustión se quedan allí donde se producen, rodean la llama con sus gases incombustibles e impiden que llegue hasta ella el aire puro. Por eso aquí arde la llama tan débilmente y se apaga pronto. Los extintores de incendios se basan precisamente en esto, en rodear la llama de un gas incombustible.


- Según dices - le interrumpió Ardan -, si en la Tierra no hubiera gravedad no harían falta los bomberos. Los incendios se apagarían solos, ahogados por su propia exhalación.


- Exactamente. Y ahora, para remediar esto, enciende otra vez el mechero y vamos a soplarle a la llama. Yo creo que conseguiremos crear un tiro artificial y que la llama arderá como en la Tierra.

Así lo hicieron. Ardan volvió a encender el mechero y empezó a cocinar con cierta alegría maliciosa de ver como Nicholl y Barbicane soplaban y abanicaban la llama para que no le faltase aire. Ardan sentía en el fondo de su alma que sus amigos y su ciencia eran los culpables de "toda esta barahúnda".


- Mantenéis el tiro como si fuerais la chimenea de una fábrica - susurró Ardan -. Os tengo lástima, queridos científicos, pero si queréis desayunar caliente no hay más remedio que acatar lo que manda vuestra Física.

Transcurrió un cuarto de hora, media hora, una hora y... el agua no daba ni señales de empezar a hervir.


(Continuará)

2 comentaris:

Ricard Sampere ha dit...

Trobo el post genial Oscar...

Ja fa més de 20 anys que no faig classe de física, però podia donar molt de joc per fer-ne un debat...

Salut!

Ruben ha dit...

Un altre vot de genialitat.

És increïble com podien arribar a aquests nivells de precisió i realitat a partir de la teoria (en aquella època encara no s'havia experimentat amb l'ingravidesa, suposo).

Avançaré en la gran cua que tinc al Reader per llegir ipso facto la segona part :-)